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Triunfo absoluto del ballet «La Casa de los Espíritus»

La pieza coreográfica basada en la novela de Isabel Allende, cuenta con coreografía de Eduardo Yedro y música original de José Luis Domínguez.

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Triunfo absoluto del ballet «La Casa de los Espíritus»

Pese a todos los problemas internos que se están viviendo en el Municipal de Santiago, los aciertos programáticos han estado a la orden del día, incluyendo la apuesta por nuevas creaciones encomendadas a compositores chilenos. El año pasado fue la ópera "El Cristo de Elqui" de Miguel Farías (quien también estrenó este año una pieza sinfónica en el recinto), y 2019 fue el turno para la danza, coincidiendo con el aniversario 60 del Ballet de Santiago.

La misión no era fácil: adaptar al formato de ballet clásico la muy conocida novela "La Casa de los Espíritus" de Isabel Allende. El coreógrafo Eduardo Yedro trabajó junto a Pamela Figueroa y la actriz Verónica González para dar con un condensación de los aspectos esenciales de la narrativa, incluyendo aquellos momentos más reconocibles y memorables.

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Esto se plasma en simétricos cuadros plásticos, momentos de expresivo dramatismo y espacio para dar rienda suelta al virtuosismo de los integrantes de la compañía. Todo bajo un bello marco escenográfico firmado por Jorge Gallardo, con la ágil iluminación de Ricardo Castro. Se requiere eso sí, haber leído el libro para captar adecuadamente la historia.

Pero el verdadero triunfo y la gran revelación de este montaje es la partitura creada por José Luis Domínguez, el hijo pródigo del Municipal que vuelve en gloria a su antigua casa, esta vez vista equilibrada su carrera entre director y compositor. Con ya varias obras a su haber, como "Réquiem para Fernando Rosas", Breves Varaciones para orquesta y "Aitona" para violín y piano, esta nueva música se siente fresca y encontrando a Domínguez en manejo de una voz propia.

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Basta una somera comparación con su anterior ballet, "La Leyenda de Joaquín Murieta" de hace justos diez años atrás, para notar la evolución. Todavía quedan rasgos de la música cinematográfica, pero más que nada a cuento a color orquestal, y es que Domínguez ha sido hábil en tomar a sólidos referentes del género, como Bernard Hermann, para una lección, o dos.

Pero el resto es puro Domínguez, incluso con una mayor cuota de sonoridades modernas. Y con él mismo frente a la Filarmónica de Santiago, la interpretación no dejaba de ser persuasiva en cada compás.

Atención con el manejo de las percusiones, las sutiles transiciones, los rudos ostinati de las escenas conflictivas, la abundancia de ricas ideas melódicas, y el marco armónico general, que viene dado desde la introducción, a cargo de una solitaria flauta en sol, comienzo que irremediablemente nos recuerda al de "Amériques" de Edgard Varése. Si aquella pieza significó un nuevo comienzo para el compositor francés, este ballet se asoma como un hito regenerador para Domínguez el compositor.

Las funciones continúan hasta el martes 17 de septiembre.

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