Con obra cumbre terminaron las Semanas Musicales de Frutillar

Hablar de ‘La Creación’, oratorio compuesto en 1798 por Joseph Haydn, es hablar de un pináculo de la historia de la música. Cuando ya el romanticismo estaba a la vuelta de la esquina, “Papa Haydn”, prácticamente el forjador del clasicismo, miró hacia modelos barrocos, concretamente los oratorios de Handel, al mismo tiempo anticipando la nueva era que llegaría con Beethoven. O sea, reúne la curiosa cualidad de mirar tanto hacia atrás como hacia adelante, para resultar en una obra desprendida de una época en particular. Es atemporal y universal.

Tremendo acierto fue el presentar esta obra maestra en el cierre de las Semanas Musicales de Frutillar, tras casi dos décadas de ausencia, en manos de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y el Coro Sinfónico Universidad de Chile. Y es que es todo un acontecimiento escuchar sus épicas dos horas, lapso en que Haydn musicaliza la narración de la creación del mundo desde el punto de vista bíblico, incluyendo el surgimiento del hombre y la mujer.

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El director Rodolfo Saglimbeni lideró una versión enérgica, con tintes dramáticos minuciosamente administrados. Tamaña enjundia tendió a opacar algunos detalles de la riquísima orquestación, así como el sonido del clavecín, que se oía principalmente en los recitativos. Sin embargo, la interpretación resultó vívida, embelesante, y no decayó ni un solo instante. Meritoria mención para Sebastián Camaño en el clavecín, así como también para el cellista Celso López, el flautista Guillermo Lavado y el timbalista Juan Coderch.

La fuerza otorgada a la orquesta hizo que los tres solistas en instantes tuvieran problemas para hacerse oír. Ellos fueron la soprano Patricia Cifuentes, el tenor Felipe Catalán y el barítono Patricio Sabaté, quienes respectivamente dieron vida a los arcángeles Gabriel, Uriel y Rafael, narradores de la historia. Ejemplar y pulcras sus intervenciones, siempre incorporando una amplia gama de matices. Sabaté y Cifuentes asumen los roles de Adán y Eva en la tercera parte del oratorio, y su experiencia en ópera fue vital para el dueto de amor de estos personajes bíblicos.

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El coro, soberbio, equilibrado y con la magia que logra su director, Juan Pablo Villarroel, de que no pareciera un conjunto con una cuota importante de aficionados, sino un grupo profesional. El cariño que le dedican sus integrantes trasunta en cada una de sus presentaciones.

Así concluyó la versión 51 de Semanas Musicales, y contando con esta orquesta y este coro, la tradición de la gala final podría seguir deslumbrando a futuro con obras de enorme envergadura, indagando en el amplio abanico de repertorio sinfónico-coral que ha marcado la historia. Tal como esta obra.