Jaime Bassa, experto constitucional: «La hoja en blanco es una metáfora de que vamos a escribir una Nueva Constitución, no reformar la antigua»
El abogado constitucionalista y autor del libro "Chile decide, por una Nueva Constitución" explicó en Ciudadano ADN las implicancias que tendrá este proceso, disipando mitos sobre el significado de la "hoja en blanco" y los desafíos que deberá enfrentar la eventual Convención Constitucional.
Jaime Bassa, experto constitucional: "La hoja en blanco es una metáfora de que vamos a escribir una Nueva Constitución, no reformar la antigua"
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Jaime Bassa es abogado constitucionalista, doctor en derecho y autor del libro «Chile decide, por una Nueva Constitución», donde intenta explicar «cómo se puede traducir el malestar social en clave constituyente».
El experto, en conversación con Ciudadano ADN, expresó que estamos en un panorama muy complejo, ya que «la pandemia radicalizó ese malestar social, y hay una parte de la sociedad que sigue muy expectante respecto a que esos cambios sociales realmente se materialicen. Esa expectativa alimenta a los movimientos sociales que vimos manifestarse ayer de forma muy masiva».
Según Bassa, hay dos grandes banderas que debería asumir la redacción de una Nueva Constitución: la desmercantilización de los derechos sociales, y la desconcentración del poder, en contra de lo propuesto por la actual Constitución de 1980.
«Algo de cierto hay en lo que plantea el sector del Rechazo, que la Constitución no es la solución mágica a los problemas del país. Eso es verdad, aunque nadie del Apruebo lo ha dicho. Más bien hay una certeza de que el cambio constitucional es necesario pero no suficiente», plantea Bassa.
Además, la hoja en blanco ha alimentado muchos temores, como que la Convención Constitucional va a empezar un proceso de «borrón y cuenta nueva». Una interpretación «antojadiza y poco forzada, porque la hoja en blanco es una metáfora que dice que vamos a escribir una Nueva Constitución, no reformas a la antigua, y lo vamos a hacer con los pies puestos en el presente y con la retina puestos en nuestra historia».
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La Nueva Constitución, adelantó Bassa, «debiese rescatar los elementos positivos, potenciar los más débiles y eliminar muchos otros» del texto vigente de 1980, «pero en ningún caso es borrón y cuenta nueva».
Muchos aspectos del nuevo texto, como los escaños reservados para los pueblos originarios, están asegurados, pero «falta el mecanismo que va a hacer eso posible». Del mismo modo, es una incógnita cuál terminará siendo la importancia de los partidos políticos en nuestro sistema democrático, «que hoy están muy deslegitimados». «Ahí hay un desafío en este proceso constituyente. Los partidos están golpeando las puertas de organizaciones sociales ofreciendo articulaciones para generar proyectos comunes, y ahí hay una oportunidad de recuperar esos partidos para que sean funcionales a la democracia», planteó el abogado constitucionalista.
Bassa planteó que uno de los principales problemas de la Constitución actual es que «es la Constitución de un grupo, que plasmó ahí una forma de entender la sociedad». La Convención Constitucional, para el experto, se juega la posibilidad de que distintos sectores participen en el proceso constituyente. Pero para eso se necesitarán «primero, candidaturas que logren presentarse y luego ganar, además de trabajos territoriales como cabildos y asambleas, que van a demandar diálogos con la Convención. Esa forma de participación política van a necesitar espacio y reconocimiento, y la discusión convencional va a tener que articularse con ella, necesariamente».
Y mientras algunos creen que los hechos de violencia pueden incidir en el resultado del plebiscito, Bassa reflexiona que «este proceso es inédito en la historia del país. Nunca habíamos tenido una revuelta tan larga y una canalización institucional que permitiera la redacción de una Nueva Constitución. Por eso, parte de la responsabilidad es procesar esa violencia con la mayor altura de miras posible. Hay una violencia que responde a causas subyacentes estructurales, y el fuego de las llamas no nos puede hacer perder el punto de vista respecto a eso». Pero para entender esa violencia, también hay que tener presente «el papel que han cumplido las fuerzas de orden en este proceso. El mismo grupo que quemó la Iglesia de Carabineros tenía a un funcionario de la Armada. Esa infiltración está en el corazón de la violencia, y hay que ver lo que eso significa».
Para Bassa, las instituciones «son fundamentales para que esto funcione. Eso la clase política lo pierde de vista regularmente, y tienden a reemplazar su funcionamiento por su propia presencia, olvidándose que las personas pasan, pero las instituciones quedan. Uno esperaría que la clase política entendiera lo que nos jugamos en este trance histórico. Si las autoridades no respetan la ley, es muy difícil que los ciudadanos respeten no solo la ley, sino a las propias autoridades», lo que, para el experto, es una razón que originó la revuelta social del último año. «La clase política debe postergar sus intereses particulares y servir al interés social, sirviendo al carácter republicano de nuestras instituciones».
El contenido, los cambios y la participación
A la hora de pensar en cuáles serán los elementos de la Nueva Constitución, es importante «que la Convención Constitucional tenga claro cuáles son los efectos de la Constitución del 80 en la acumulación del malestar que debemos enfrentar», puntualizó el experto. «Ahí se juega la novedad de la Nueva Constitución, que no es un texto jurídico mejor redactado, sino una nueva estructura de relaciones de poder en la sociedad, tanto fuera del Estado como dentro de él». Un reequilibrio de poderes que implica «revisar el sistema de protección de derechos fundamentales, que no se agota en el individuo, sino que se proyecta en la sociedad». En el ordenamiento constitucional actual, «los derechos se agotan en el individuo, cuando van mucho más allá».
Consultado respecto a si Chile cambió luego de este año de revuelta, Bassa plantea: «Puede que sea muy pronto para decirlo, pero el estallido es una experiencia transformadora, que cambia a quienes la viven, pero también a los que la ven». Por eso, cambios respecto a los pueblos originarios o a temas de género, «aunque no son estructurales, ya ocurrieron. El desafío está en consolidar esos cambios, y ahí está el desafío de la Nueva Constitución».
Para el experto, «por cuánto margen gane el Apruebo y la Convención Constitucional va a ser determinante para lo que viene después. Después del 25 de octubre empieza el debate de verdad».
En ese resultado, será clave la participación de los jóvenes. «He visto que, en las asambleas y encuentros virtuales, gran parte de los que se están conectando son cabros de 20 a 25 años. Es algo que no me hubiese imaginado hace dos años. Hay youtubers de 18 años haciendo preguntas muy interesantes». Bassa piensa que «ahí está la posibilidad de un giro, porque el sector menor de 30 años, que miraba con escepticismo la participación electoral, desde el estallido comenzó a entender que era importante».
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