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Columna de Pancho Mouat: El día después

Revisa la reflexión del panelista de ADN Deportes ante lo ocurrido durante los últimos días en el programa de Los Tenores con la salida de Juan Cristóbal Guarello y Luka Tudor.

Columna de Pancho Mouat: El día después

Columna de Pancho Mouat: El día después

Escribí estas líneas antes de conocer la declaración oficial de Radio ADN a propósito de las renuncias de Juan Cristóbal Guarello y Luka Tudor que Carlos Costas leyó hace unos minutos. Prefiero escribir con independencia de lo que diga ADN en este espacio sobre la partida de dos compañeros de trabajo, uno de ellos Tenor Fundador igual que yo.

Igual que Juan Cristóbal, soy parte de este programa desde el día 1, el 1 de marzo de 2008, el mismo día en que nació Radio ADN en el 91.7 del dial en Santiago. Desde el día 1, he sentido orgullo y alegría de ser parte de un equipo al que le gusta el deporte y con especial pasión el fútbol. A lo largo de más de catorce años de programación diaria, ha habido aquí conflictos, peleas, discusiones, diferencias, errores, lagunas, pifias, desaciertos, y también, y en mucho mayor cantidad, destellos, alegrones, complicidades, humor, denuncias, homenajes, reconocimiento, chispa, emoción, creatividad, ingenio, compañía, información de primera, segunda y tercera mano, respeto a la diversidad, libertad para emitir nuestras opiniones, buenas y malas entrevistas, lealtad y espíritu de colaboración en medio de una actividad cada vez más cruzada -y afectada- por intereses económicos evidentes y groseros que están desnaturalizando un planeta que la mayoría de nosotros quisiéramos que al menos se parezca en algo a esa felicidad que aprendimos a querer con ojos de niño.

Lamentablemente el fútbol que nos gusta tanto comenzó hace tiempo a ser secuestrado y gobernado por personas, sociedades y empresas que lo primero que quieren obtener de él es un beneficio económico. Plata. Dinero. Lo más fácil y rápido que se pueda. Estas personas, sociedades y empresas vinculadas quieren al fútbol y al deporte, pero no en el sentido amoroso y lúdico en que lo entendemos la mayoría de nosotros, sino que lo quieren para utilizarlo, para servirse de él porque es popular, masivo, aparentemente inofensivo y regala jugosos dividendos comerciales en esta sociedad del entretenimiento que todos ayudamos a construir con nuestro aporte en consumo.

La semana pasada ocurrieron aquí, en este estudio, a esta hora y en un mismo día, el jueves 23 de junio de 2022, una sucesión de hechos lamentables que desembocaron finalmente en la renuncia de dos miembros de este panel. Los detalles de lo sucedido acá ya están debidamente difundidos, y no necesito repetirlos.

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Lo que no significa que no deba decir ahora públicamente lo que ya le señalé en privado a Carlos Costas, a Rodrigo Hernández, al propio Juan Cristóbal Guarello y a Danilo Díaz, por ser ellos cuatro mis mejores amigos en esta emisora y con quienes hemos compartido mucho más que un estudio de radio.

Se equivocó ADN al invitar a este programa en vivo al señor Francis Cagigao y aceptarle condiciones absurdas para que él accediera a venir: que estuviera ese día sí o sí Juan Cristóbal Guarello en el panel, y que Cagigao dispusiera de diez minutos de corrido al comienzo de nuestro espacio para poder replicarle todos los juicios e informaciones que Guarello había expresado en radio, televisión y prensa escrita sobre su persona y su gestión desde que Cagigao vino a Chile, y que en su opinión eran falsos o infundados. Encuentro increíble que el Área de Deportes de ADN no haya calibrado la desproporción de la solicitud de Cagigao y la haya aceptado, una forma además inédita -creo- de ejercer el derecho a réplica en un medio de comunicación.

Si esas eran las condiciones, Cagigao no debió haber venido al programa. Pero vino. Porque nosotros se lo permitimos. Y como fuimos indolentes e incautos, los que escuchamos el programa ese día desde nuestras casas o donde sea que estuviéramos, descubrimos además que el conductor del programa también se enteró ahí, al aire, igual que el propio Juan Cristóbal Guarello, de lo que nosotros mismos habíamos avalado como Área de Deportes: Cagigao con escopeta y municiones en nuestra propia casa decidido a dispararle a uno de los nuestros en un formato casi de fusilero, porque esas eran las condiciones para visitarnos.

Partida en falso del programa, pero bueno, hay que seguir, estamos al aire, y a poco andar el proyecto de fusilamiento se convierte en fuego cruzado entre Cagigao y Guarello, sin que los demás comensales en el estudio puedan participar porque el tono es desagradable y también ridículo, hasta que en el minuto 45 vivimos el clímax de enfrentamiento cuando uno de ellos dice “eres un mentiroso” y el otro “y tú un chanta”. En ese momento apagué la radio. Era demasiado.

Juan Cristóbal perdió el control, se equivocó, y la jauría atenta sacó provecho del momento para amplificarlo y convertirnos en alimento para el show del morbo. Se lo señalé al día siguiente, el viernes 24, después que emitimos el programa desde el Museo de la Moda, cuando nos quedamos a conversar con Costas, Hernández, Juan Cristóbal y Danilo. A esas alturas, ya no era necesario decírselo: Juan Cristóbal sabía que se había equivocado rotundamente al perder la compostura frente al Director Deportivo de Selecciones Nacionales.

Lo que no se sabía, lo que explotó más tarde y finalmente detonó la renuncia de Juan Cristóbal Guarello, fue la existencia de aquel famoso audio, que después incluso comenzó a circular por redes sociales, donde Luka Tudor le confidencia a alguien que él sabe que Francis Cagigao irá al programa, y no solo eso: que Cagigao se está preparando para ir a destruir a Guarello.

Me pongo en su lugar, y probablemente hubiera reaccionado igual: presentando mi renuncia. ¿Cómo puedo ser parte de un equipo donde uno de mis compañeros sabe y justifica que un invitado venga aquí decidido a destruirme, en un programa donde yo soy parte del mismo panel y compartiré estudio ese día con ambos?

Intenté, en vano, persuadir a Juan Cristóbal de que no renunciara a este programa en el que estamos juntos desde el día 1. Que había formas de sacarlo adelante. No fui el único que lo hizo. Sé que al menos Carlos Costas, Rodrigo Hernández y Danilo Díaz también hicieron lo suyo para que no renunciara y buscara un modo de continuar, pero la filtración de ese audio y la forma mediática, ruidosa y estridente en que se ha ido informando lo sucedido, repleta de juicios de valor, groserías y descalificaciones, no lo hizo posible. Lo lamento.

“La pelota no se mancha”, dijo una vez Maradona frente a un estadio lleno, a propósito de sus culpas que lo hicieron pagar -vaya que lo hicieron pagar- con su destrucción y su muerte anunciada desde hacía tanto tiempo. No es verdad lo que dice Maradona, aunque nos conmueva verlo y escucharlo: la pelota se mancha con demasiada frecuencia, hace rato, negarlo es mentirnos, mentirles a ustedes. Otra cosa es que no nos guste aceptarlo, y nos rebelemos y soñemos con que sea de otra forma. Lo ocurrido en este estudio, aquí, a esta misma hora, el jueves 23 de junio, es una buena demostración de aquello.

A los que quedamos nos toca sacar ahora al equipo adelante. Para mí nunca se trató de ganar el partido. Para mí se trata de jugarlo con armas legítimas, nobles, a escala humana, donde la lealtad y el sentido de equipo son valores intransables. Defender ese espíritu es tarea de todos y cada uno de nosotros, los que saltamos a la cancha y los que nos quedamos en el banco de suplentes. Ayúdennos ustedes también, auditores de este programa, a que ese espíritu se conserve contra viento y marea.

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