Vuelve el Cristo de Mayo: tras tres años suspendida se retoma la tradición instaurada en 1647

Mayo trae consigo una de las tradiciones religiosas más arraigadas en Chile: la celebración del Cristo de Mayo. Esta festividad, que combina elementos de la fe católica con la cultura y las tradiciones locales, congrega a miles de fieles y devotos, año tras año.

La procesión tendrá lugar a las 16:00 horas desde la Iglesia de San Agustín, ubicada en calle Estado, y luego finalizará con una eucaristía a las 17:30.

La historia del «Señor de los temblores»

La historia del Cristo de Mayo se remonta al siglo XVIII, cuando llegó a Chile una imagen del Cristo crucificado procedente de España. Desde entonces, esta imagen sagrada se ha convertido en un objeto de veneración y devoción para numerosos chilenos.

La particular historia se remonta al 13 de mayo de 1647, cuando en plena colonia, un sismo de magnitud 8,5 habría afectado a la zona central de la «capitanía general de Chile», la que dejó cerca de mil personas fallecidas, provocando que la iglesia de San Agustín quedara prácticamente en el suelo.

Tras el fuerte terremoto, los feligreses se percataron que «El señor de la agonía» se mantenía “milagrosamente” en pie. Es más, el Cristo crucificado, que fue instalado en 1613, mostró un sucedo difícil de explicar: la corona de espina, característica del último suplicio de Jesús, había bajado de la cabeza hasta la frente de la escultura, lo que se interpretó como una señal de dolor por lo sucedido y las vidas perdidas.

El ritual

Año a año, la imagen es llevada en hombros por los fieles, recorriendo las calles de la ciudad en una manifestación de fe y devoción. La procesión está acompañada de música, cantos y rezos, creando un ambiente de reconocimiento espiritual y fervor religioso.

Esta tradición ha sido transmitida de generación en generación, y es considerada como un importante patrimonio cultural y religioso de Chile. La celebración del Cristo de Mayo no solo es un acto de fe, sino también una oportunidad para reunir a las comunidades, fortalecer los lazos sociales y reafirmar la identidad cultural de los chilenos.

La procesión fue asociada con la posibilidad de que ocurrieran fuerte movimiento telúrico, por lo que la procesión nació con una gran fuerza, lo que permitido que la tradición se extienda por 376 años.