Edificios contingentes en «Ciudadano a pata»: La historia del edificio de París en San Antonio y el Palacio Pereira
La columna de cultura, patrimonio y gastronomía de Ciudadano ADN, entregó una serie recomendaciones de dónde compara pastel de choclo y humitas.
Dada la contingencia que involucra al patrimonio cultural en el país, en esta nueva jornada de «Ciudadano a pata«, la columna sobre cultura, patrimonio y gastronomía de Ciudadano ADN, Mario Cavalla se encaminó a contar la historia de dos icónicos edificios. Primero, el de la tienda París de San Antonio, que anunció el cierre de sus puestas por la situación económica y social.
«Almacenes Paris o Paris, como se le llamaba en el último tiempo, guarda relación con cómo era esa fachada comercial de la Alameda norte, que con el tiempo fue desapareciendo, y que hoy día solo quedan las edificaciones y lo muebles históricos como la Biblioteca Nacional y el Club de la Unión», inició el columnista.
Así, el «último vestigio de esa época, era precisamente París, este edifico inmueble, que comenzó siendo una mueblería, porque los dueños, los fundadores de este negocio, era mueblistas, por lo tanto comenzaron su negocio como la mueblería París, y con el tiempo, y conforme fue avanzando el tema económico, fueron logrando un alto desarrollo y empezaron a incorporar vestuario y después artículos para el hogar«, explicó Cavalla.
A raíz de su evolución comercial, es que «comenzaron a llamarle Almacenes Paris a partir del año 1949, que es cuando se inaugura el edificio tal como lo conocemos«.
Pero, ¿por qué cerraron el icónico edificio? Según Mario Cavalla, se debe a diversas razones. «Primero, por el tema del estallido social. En segundo lugar, por el tema económico. Y si vamos un poquito más en la profundidad, el edificio había dejado de ser funcional. Si tu vas a comprar algo a ese edificio, es bien incomodo. De partida tiene ascensores muy estrechos y muy lentos. Si tú quieres llegar al cuarto piso te sale más a cuenta la caminata por la escalera, que no es mecánica, sino que la escalera de caracol. Entonces ya es un poquito incomodo hacer la compra tradicional como uno suele hacerlo», detalló.
Palacio Pereira: La sede de la redacción de la Nueva Constitución
Otro de los patrimonios que ha generado noticia en estos últimos días, es el Palacio Pereira, ubicado en la esquina de calle San Martín con Huérfanos, debido a que será la sede de redacción de la nueva Constitución, donde los futuros convencionales tendrán su lugar de reunión.
«Es curioso cómo de repente los hitos históricos de un país están muy asociados a ciertos espacios. Por ejemplo, cuando hablamos del fin de la Primera Guerra Mundial, inevitablemente vamos a recordar a Versalles, porque ahí se firmo el tratado de paz», ejemplificó Cavalla.
En el caso chileno, «el Palacio Pereira va a ser la sede de la Convención Constituyente y ahí mismo se va a redactar la nueva Constitución. Pero si uno va a la historia de las antiguas constituciones, la constitución de 1980, la de la Comisión Ortúzar, se redactó y firmó en el ex Congreso; la reforma del 2005, la de Ricardo Lagos, se hizo en el nuevo Congreso».
Buscando narrar la historia del edificio, Cavalla la definió como «bien especial, porque estuvo mucho tiempo abandonado. Estamos hablando de un edificio precioso que es del siglo XIX, específicamente inaugurado en 1872 y que está absolutamente relacionado con el esplendor de la riqueza minera«.
«El nombre del palacio está asociado a Luis Pereira Cotapos, que fue un millonario que tuvo una gran participación política. Fue militante del Partido Conservador y le faltó ser presidente nomás«, contó.
Frente a su riqueza y su gusto por la ostentación, crea esta estructura neoclásica para vivir, siendo un edificio «que se ocupa habitacionalmente hasta 1932, cuando fallece doña Carolina, su mujer, y se lo vende al arzobispado de Chile. Ahí tuvo varias idas y vueltas. Fue liceo de niñas, fue también sede de la PDI, incluso se lo tomaron las juventudes del MIR».
Hasta que «llegamos a la década del ’80, que ya entra en un total abandono. Estuvo 30 años abandonado», detalló, siendo finalmente comprado en 2011 por el primer gobierno de Sebastián Piñera, para mantenerlo como patrimonio estatal.
Humitas y pasteles de choclo
Finalmente, el columnista dio pasó a la gastronomía con una serie de recomendaciones de lugares para comprar pastel de choclo y humitas.
Así, Mario Cavalla afirmó que encuentra que «la humita en general no es tan compleja como el pastel de choclo. Yo creo que la humita tiene una menor complejidad y es difícil comerse una mala». Mientras que el pastel de choclo «debe comerse en pocillo de greda«.
Iniciando con los datos, recomendó comprar humitas «para llevar o servir en el sector de la Vega Chica. Hay un par de lugares bien simpáticos, como «Donde La Tita», en Artesanos 721, a 2 mil pesos, y los pasteles cuestan 5 mil«.
En el sector del Barrio Bellavista, el clásico Galindo tiene «buenos pasteles de choclo, que cuestan $7.500. Bastante grande y además te lo dan con pan amasado y pebre», aseguró el columnista.
Por otro lado, recomendó versiones gourmet de estos clásicos chilenos. «En el restaurante del Castillo Forestal, hay un pastel de choclo con boeuf bourguignon, que es carne de ternera macerada con vino tinto, a un valor de 6 mil pesos».
Mientras que en Valparaíso, en el cerro Concepción, en el restaurante Tres Peces innovaron con «un pastel de choclo con mariscos y uno de alga«.
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