Harvard explica por qué tu cerebro te pide comida chatarra (y por qué puede ser una adicción)
La investigación también reveló que el impacto de la comida rápida no es solo física, sino también en la salud mental.

Comida chatarra / wildpixel
La comida chatarra es irresistible para muchos, pero no es solo cuestión de gusto. Según Harvard, su impacto en el cerebro la convierte en una adicción difícil de controlar.
Esta dependencia se debe a la dopamina, un neurotransmisor ligado al placer. Al ingerir alimentos ultraprocesados, el cerebro libera dopamina, reforzando el deseo de repetir la experiencia.
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La profesora Uma Naidoo, de la Facultad de Medicina de Harvard, explica que estos alimentos activan la “vía de recompensa de la dopamina”, similar a las drogas como la cocaína.
Además, la comida chatarra altera las hormonas del hambre. La grelina estimula el apetito, mientras que la leptina, encargada de señalar saciedad, pierde eficacia con el consumo frecuente.
Este desbalance hormonal puede llevar a un círculo vicioso de antojos y excesos. Con el tiempo, el cuerpo desarrolla resistencia a la leptina, dificultando el control del apetito.
El impacto no es solo físico. Según Harvard, la comida ultraprocesada puede dañar la microbiota intestinal, afectar la salud mental y aumentar la ansiedad.
Para evitar esta adicción, los expertos recomiendan optar por alimentos naturales, mantener una dieta equilibrada y ser conscientes del efecto que estos productos generan en el organismo.

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