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Misofonía: de qué trata este trastorno vinculado con la depresión y el estrés postraumático

Los hallazgos abren la puerta a posibles tratamientos compartidos para ambas condiciones.

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Getty Images / Maskot

La misofonía, una condición en la que ciertos sonidos cotidianos como masticar, respirar o sorber pueden provocar reacciones extremas de angustia o enojo, es más común de lo que se pensaba.

Una investigación reciente sugiere que esta afección comparte factores genéticos con trastornos como la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

El estudio, dirigido por el psiquiatra Dirk Smit, de la Universidad de Ámsterdam, analizó datos de grandes bases genéticas como el Consorcio de Genómica Psiquiátrica, el Biobanco del Reino Unido y 23andMe.

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Los resultados mostraron que las personas que se autodeclaraban misofónicas tenían mayor predisposición genética a trastornos psiquiátricos y tinnitus (zumbido persistente en los oídos).

“También hubo una superposición con la genética del trastorno de estrés postraumático (TEPT)”, explicó Smit a PsyPost.

“Esto significa que los genes que dan una sensibilidad al TEPT también aumentan la probabilidad de misofonía, lo que podría indicar un sistema neurobiológico compartido que afecta a ambos”, agregó.

Esto sugiere que las técnicas de tratamiento utilizadas para el TEPT podrían ser eficaces en la misofonía, aunque los mecanismos exactos de la condición aún no están completamente comprendidos.

Un vínculo con la angustia emocional y la personalidad

Estudios previos ya habían señalado que las personas con misofonía tienden a internalizar su angustia.

La investigación de Smit y su equipo, publicada en Frontiers in Neuroscience, reforzó esta hipótesis al mostrar que los afectados por misofonía tenían una mayor relación con rasgos de personalidad como la preocupación, la culpa, la soledad y el neuroticismo.

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Las reacciones ante sonidos desencadenantes varían desde molestia leve hasta una angustia profunda que interfiere con la vida cotidiana.

“Se ha argumentado que la misofonía se basa en sentimientos de culpa por la irritación y la ira provocadas, más que en expresiones conductuales de la ira en sí misma”, escriben los investigadores.

Esto sugiere que el malestar de quienes padecen esta condición no se debe únicamente a la intensidad del sonido, sino a la carga emocional que genera la reacción negativa ante el estímulo.

Relación inesperada con el autismo

Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio fue que las personas con trastorno del espectro autista (TEA) tenían menos probabilidades de padecer misofonía.

Esto resulta llamativo, ya que quienes padecen TEA suelen tener hipersensibilidad a los estímulos sensoriales, incluido el sonido.

“Nuestros resultados sugieren que la misofonía y el TEA son trastornos relativamente independientes con respecto a la variación genómica”, explicaron los autores.

Los investigadores plantean que podría haber diferentes tipos de misofonía, algunos impulsados por una respuesta condicionada a la ira o la emocionalidad negativa, en lugar de una simple intolerancia sensorial.

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Limitaciones y futuras investigaciones

Los autores del estudio reconocen algunas limitaciones en su investigación:

  • Los datos provienen mayoritariamente de poblaciones europeas, lo que significa que los hallazgos podrían no ser aplicables a otras poblaciones.
  • La misofonía en los participantes no fue diagnosticada clínicamente, sino que se basó en autodeclaraciones, lo que podría sesgar los resultados.

A pesar de estas limitaciones, el estudio proporciona importantes pistas sobre la base biológica de la misofonía y sugiere nuevos enfoques para futuras investigaciones y tratamientos.

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