¿Congelas el pan? Doctora explicó algunas consideraciones importantes sobre esta práctica
Una de las consecuencias es que se pueden modificar sus propiedades.
Hay un sinfín de costumbres y prácticas culinarias o sobre la conservación de comida, son bastante populares en todo el mundo, guiadas por algunas dietas o seguimientos específico.
Sin embargo, hay muchas acciones que son ampliamente replicadas a pesar de que no se tiene real conocimiento sobre todo lo que ello implica, contemplando los beneficios y aquellas cosas no tan buenas.
La dieta mediterránea, conocida por su equilibrio y énfasis en ingredientes frescos, tiene al pan como uno de sus pilares fundamentales, un alimento muy consumido y popular en Chile.
Elaborado con cereales como trigo, centeno o maíz, aporta carbohidratos complejos que brindan energía, además de fibra, vitaminas del grupo B y minerales esenciales como hierro y magnesio.
A pesar de las críticas que ha recibido por su relación con el aumento de peso, los expertos coinciden en que, consumido con moderación y dentro de una dieta equilibrada, el pan no solo es seguro, sino beneficioso, especialmente en su versión integral.
No obstante, un hábito común en muchos hogares, como congelar el pan, puede modificar sus propiedades de forma significativa, algo que muy pocos tienen en cuenta.
Frente a esto, la doctora Karen Alarcón Fuentes, gastroenteróloga y endocopista reconocida en redes sociales, abordó el tema destacando los efectos positivos que este sencillo gesto puede tener en el alimento.
De carbohidratos a fibra prebiótica
El registro inicia con la pregunta “¿Por qué congelar el pan?“ y posteriormente explicó que al sacar rebanadas para calentarlas, ”ya sea en la sartén o en el tostador, gran parte del carbohidrato del pan va a convertirse en fibra prebiótica“..
Este cambio en la composición tiene un impacto directo en la salud intestinal, ya que “no solo beneficia tu microbiota, sino que también va a regular tu glucosa en sangre”.
Además, la experta subrayó cómo el efecto del calor mejora la digestión del pan: “Recuerda, además, que el almidón por efecto del calor se digiere mejor, así que seguramente tendrás menos molestias de distensión abdominal y gases”.
La doctora concluyó que este sencillo hábito puede marcar una diferencia significativa para quienes sufren de sensibilidad digestiva.
Así, congelar el pan y recalentarlo no solo es una solución práctica para evitar que se desperdicie, sino también un gesto que podría transformar su valor nutricional y facilitar la digestión, destacando una vez más el valor de los pequeños cambios en nuestra alimentación diaria.