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Iván-Manuel Tapia: múltiples enfoques en la composición

El joven creador recientemente presentó llamativas composiciones en los festivales contemporáneos de la U.Chile y Musicahora de La Serena, alzándose como una voz emergente de la nueva música chilena de tradición escrita.

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Iván-Manuel Tapia: múltiples enfoques en la composición

Iván-Manuel Tapia: múltiples enfoques en la composición / Juan Carlos Gutiérrez

Aun cuando a ratos pareciera lo contrario, el interés por la creación musical contemporánea de tradición escrita se mantiene muy viva, a la luz de la saludable cantidad de compositores que van emergiendo constantemente en la escena nacional.

Con sólo 25 años, Iván-Manuel Tapia (n.1999, Copiapó) presentó dos obras en dos de los más importantes festivales de nueva música del país, como son el de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, y el Festival Musicahora de La Serena.

En su caso, la relación con la música viene desde niño. “Mi padre es músico, director coral, y estudié flauta en el Liceo de Música de Copiapó”, rememora en conversación con ADN, “luego entré a la P. Universidad Católica de Valparaíso, y desde entonces me fui enamorando de la parte conceptual de la música. Conocí el Festival “Darwin Vargas” que ahí se hace, y se desarrolló mi interés por la composición”.

Contando con 24 obras en su catálogo, sus inicios estuvieron marcados por el interés en el género de la ‘cantata popular’, que precisamente en la década pasada tuvo un revival entre los compositores chilenos. “A mí me interesaba mucho este formato, y de hecho en la universidad tenía un conjunto con el cual montamos la cantata ‘Santa María de Iquique’ de Advis, y cuando se vino el estallido social, en tiempo récord hice una, titulada ‘Canto al Levantamiento’, la presentamos en noviembre de 2019 en Valparaíso”.

Otra cantata, en el sentido más clásico del término es ‘Día’, para coro y orquesta, que musicaliza el poema homónimo de Gabriela Mistral. Fue compuesta en 2021 para un concurso de la Universidad Católica de Chile, impulsado por Miryam Singer y Maximiano Valdés, obteniendo el tercer lugar, aunque nunca pudo estrenarse, al igual que las otras dos obras finalistas.

Otro aspecto que ha marcado su creación es el uso de la electrónica, lo que se traduce en diversas obras mixtas para intérprete solo y acompañamiento electrónico, ya sea fijo o en tiempo real. “Era una vertiente que quería explorar y por eso decidí estudiar un master en la Universidad de Chile con el compositor Antonio Carvallo, quien es experto en ese lenguaje, eso me fue llevando a utilizar también apoyos visuales, y he realizado instalaciones sonoras”.

Esta tendencia hacia lo interdisciplinario lo fue moviendo también hacia los mundos audiovisual y teatral. En 2020 fue ganador del segundo concurso de musicalización de cortometrajes del FICValdivia, donde le tocó trabajar un histórico corto de 1917 de la legendaria cineasta Alice Guy-Blaché: “Ese premio gatilló que pudiese ir a una pasantía de un mes en Suiza sobre musicalización de cine”.

En septiembre pasado presentó en Musicahora un “teatro sonoro”, titulado ‘No Tengo Boca y Debo Gritar’. “Yo uso la denominación de teatro sonoro como lo entendía el compositor argentino Mauricio Kagel, en que el sonido es parte de la trama, como un personaje más. Y también relacionado con las óperas abstractas de Luigi Nono. Al trabajar con gente del teatro, ellos mueven las propuestas más hacia su área, y termina siendo menos abstracto de lo que yo podría pensar inicialmente. Todo comenzó con mi colaborador, el escritor Felipe Pizarro, ya que yo quería poner en estética visual y sonora sus textos”.

Pero el hito más reciente fue que la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile estrenará su obra ‘De Trenes y Aves’ en el marco del festival contemporáneo que organiza la Universidad de Chile. “Simplemente fue un éxtasis para mí”, confiesa con orgullo, “es difícil concretar las ideas en lo musical, porque somos dependientes de los intérpretes. Verlo materializarse en esta magnitud, es el formato más grande al que uno puede optar en Chile como compositor. Fue ameno el trabajo con la orquesta y el director Rodolfo Saglimbeni.

La partitura fue muy bien recibida en el Teatro Universidad de Chile, y Tapia la describe como una “pieza evocativa que usa materiales concretos instrumentalizados, por un lado, aves; y por otro, el sonido de los trenes azules de las líneas 1 y 5 del Metro de Santiago, cuando llegan y salen de una estación. La orquesta trabajó muy bien los detalles y los microtonos que utilicé”.

Sobre estos múltiples enfoques, el compositor reflexiona: “Yo creo que todos son medios para el mismo propósito, esa una búsqueda más o menos similar. Con la llegada de la IA, tengo claro que el arte es lo más profundamente humano, y eso tiene que ver con la carencia de sentido práctico, es decir, un devenir que no conduce a nada, algo aleatorio que un artista no puede prever”.

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