Orquesta de Cámara de Chile y Francisco Rettig: una esperada colaboración

Teniendo en cuenta la enorme trayectoria del maestro Francisco Rettig, una de las más avezadas y experimentadas figuras en nuestro país en cuanto al arte de la dirección de orquesta, era sumamente llamativo el hecho de que nunca dirigiese a la Orquesta de Cámara de Chile.

Eso hasta ahora. Ya que finalmente el ilustre músico se paró frente al conjunto dependiente del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, para mostrar su oficio, elevando esta participación a convertirla en uno de los conciertos clásicos del año.

Un Teatro California casi repleto se expuso a una oferta musical redonda en todo sentido. Como primera entrega, la imponente Sinfonía No.104 “Londres” de Joseph Haydn. Siendo la última de este trascendente compositor austriaco, se notan ya los aires de cambio de era, entre el clasicismo y el romanticismo decimonónico. Rettig lideró una visión consciente de esta transición, más aún ajustando los tempi para resaltar las progresiones armónicas, y que se sintiera todo el peso del aspecto vertical de la música.

Más información

• Compañerismo a todo ritmo: pianistas de todos los estilos se toman la calle pidiendo el Premio Nacional para Valentín Trujillo
• Manuel García lidera la programación musical de la Feria Internacional del Libro Democracia y Derechos Humanos en Recoleta

Posteriormente, un momento muy especial. Consecuentes al compromiso de la orquesta con los compositores nacionales, se interpretó el Concierto para Oboe No.2 del rutilante creador Manuel Bustamante. Ya había sido estrenado en La Serena el año pasado, y ahora el público capitalino pudo constatar la fina filigrana de este joven compositor en una pieza auténticamente sólida.

Quien propició su manufactura no podía ser otro que José Luis Urquieta, el oboísta serenense que ha multiplicado por decenas las partituras que involucran a su instrumento, y que él interpreta y promueve en escenarios de literalmente todas latitudes.

La partitura sugiere que se trata del viaje imaginario de un héroe, y el transcurrir de la música lo sugiere muy patentemente. Se escucha una partida, peripecias, y el periplo del protagonista que va en busca de su destino al son del oboe. El uso recurrente del modo frigio, y otras coloraciones exóticas, abrigadas por una aterciopelada orquestación, pueden estimular la imaginación del oyente en imágenes mentales más o menos concretas.

Como podía esperarse, la obra aprovecha las capacidades técnicas de Urquieta y los recursos en el instrumento son amplios, aunque hay una concepción global de forma y fondo que apela a la tradición. De hecho, a veces se siente un parentesco con las obras concertantes del compositor español Joaquín Rodrigo.

Ampliar

Antes del clímax final, la habitual cadenza solista. Finamente concebida por Bustamante, y brillantemente abordada por el oboísta. Un trabajo colaborativo que los vio a ambos recibiendo conjuntamente la aprobación del público. Urquieta agradeció los aplausos con la primera de las ‘Metamorfosis’ para oboe solo de Benjamin Britten. Cautivante.

Para finalizar la velada, el que es un caballito de batalla del maestro Rettig, la Sinfonía Clásica de Sergei Prokofiev, que el director ha hecho bastante con la Orquesta Clásica del Maule de la cual es titular, y que ahora trabajó con los virtuosos músicos de la OCCH. Este tributo-parodia a las antiguas sinfonías clásicas, como las de Haydn, es breve, pero chispeante, y más allá del humor y la voz propia del compositor ruso que están siempre presentes, sirvió para sopesar el tremendo nivel de esta agrupación, que nos ha regalado atractivas temporadas en el último tiempo.