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¿Puede el rostro humano evolucionar para adaptarse al nombre de cada persona?

Un grupo de investigadores analizó la relación que tiene la apariencia facial con el nombre que tiene cada persona. Revisa acá los detalles del estudio.

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¿Puede el rostro humano evolucionar para adaptarse al nombre de cada persona?

¿Puede el rostro humano evolucionar para adaptarse al nombre de cada persona? / fotostorm

Es probable que durante los meses previos a nacer nuestros padres ya tengan escogidos los nombres que nos colocarán y con el que seremos reconocidos por toda la vida, o al menos buena parte de ella.

Y también es altamente posible que, en más de alguna ocasión, nos hayan dicho que nuestro rostro se adapta al nombre que tenemos.

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Ante ello, es que investigadores intentaron determinar si es que los padres eligen el nombre de su hijo con base en lo que parece adecuado para la apariencia del bebé, o si es al revés, es decir, que con el paso del tiempo el rostro humano cambia para coincidir con el nombre.

¿Puede el rostro humano evolucionar para adaptarse al nombre de cada persona?

Se trata de un nuevo estudio publicado en PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) en donde se pidió a niños de 9 a 10 años y adultos que relacionaran el rostro con nombres.

Como resultado, se obtuvo que tanto los niños como los adultos relacionaron correctamente los rostros de los adultos con sus respectivos nombres, lo cual fue catalogado como “significativamente por encima del nivel del azar”. No obstante, cuando se trataba de nombres y rostros de niños no pudieron asociarse de forma precisa.

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De tal forma, los investigadores concluyeron que la semejanza del rostro con el nombre de una persona es el resultado de una profecía autocumplida.

Así se estableció que la apariencia facial cambia con el paso del tiempo para lograr ajustarse al nombre que tiene cada persona.

El doctor Yonat Zwebner, de la Escuela de Negocios Arison de la Universidad Reichman, uno de los líderes del estudio, afirmó que “nuestra investigación destaca la importancia más amplia de este efecto sorprendente: el profundo impacto de las expectativas sociales. Hemos demostrado que los constructos sociales, o estructuraciones, existen, algo que hasta ahora ha sido casi imposible de comprobar empíricamente”.

“La estructuración social es tan fuerte que puede afectar la apariencia de una persona. Estos hallazgos pueden indicar hasta qué punto otros factores personales que son incluso más importantes que los nombres, como el género o la etnia, pueden determinar en qué se convierte una persona cuando crece”, cerró.

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