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Médico de la Universidad de Yale lleva más de 8 años sin bañarse: este es el motivo y lo que ha pasado con su cuerpo

El especialista se alejó sobre todo de los productos de limpieza, pero sigue lavándose los dientes.

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Médico de la Universidad de Yale lleva más de 8 años sin bañarse: este es el motivo y lo que ha pasado con su cuerpo

Recientemente la historia de James Hamblin, un médico y profesor de la Escuela Pública de la Universidad de Yale ha llamado la atención y no precisamente por un nuevo descubrimiento en el área de la salud.

Se trata de un especialista que tomó una peculiar decisión y derechamente dejó de bañarse por allá en el año 2015.

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Y si bien puede sonar bastante inusual entre una sociedad mayormente acostumbra a aquella costumbre de la higiene diaria, en realidad existe una razón detrás de todo y esta tiene directa relación con la ciencia.

Por qué James Hamblin, un médico de Yale, no se ha bañado por ocho años

Según explica el medio Infobae, la motivación del doctor de 40 años para alejarse del agua radica en una investigación centrada en cómo las prácticas de higiene modernas afectan a la salud de las personas.

Ahora, cuando Hamblin solo utiliza jabón para las manos, acotó: “Me encuentro perfectamente bien. Te acostumbras. Me siento normal”.

En detalle, su idea sería que su cuerpo alcance una suerte de equilibrio natural con los aceites y microbios propios de la piel.

De hecho tal es un compromiso con la situación que en el 2000 publicó el libro “Clean: The new science of skin and the beauty of doing less” (“Limpio: la nueva ciencia de la piel y la belleza de hacer menos”), sacando conclusiones tras los primeros 5 años alejado de la ducha.

Así sostuvo que no tendría mal olor y que aquel último aspecto, temido seguramente por muchos, no es necesariamente un indicio de suciedad y sí de un desequilibrio microbiano. que solo se presentaría durante el principio del proceso.

“Hubo momentos en los que me quería duchar porque lo extrañaba”, explicó.

“Cuando aplicamos productos de higiene, alteramos el equilibrio natural de estos microbios, lo que puede favorecer a aquellos que generan malos olores”, comentó en referencia a bacterias que se alimentan de las secrecciones oleosas del sudor y de las glándulas sebáceas.

Claro que todo lo anterior fue un proceso gradual que planteó duchas cada vez más distantes y limitar el uso de los productos en cuestión.

¿Y qué hace ahora? Se lava las manos, se enjuaga ocasionalmente el cabello con agua, se limpia de forma selectiva y no se ha despedido del cepillo y la pasta de dientes, ya que el cuidado bucal sería una materia completa distinta.

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