¿Por qué la Torre de Pisa está inclinada hacia un lado y aún no se cae?

Más allá de Vaticano, la Fontana di Trevi o el Coliseo Romano, uno de los lugares icónicos de Italia es la Torre de Pisa en la ciudad homónima en la región de Toscana.

Se trata de una locación imperdible que congregar a un buen número los turistas que pisan el Viejo Continente durante el año y que es un centro de interés por un aspecto peculiar y que es parte de su identidad: su inclinación.

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Se trata de una estructura que forma parte de la catedral del lugar, que llegó a medir 60 metros de altura en su origen y que comenzó a construirse en el año 1173.

Eso sí, sus ocho plantas y más de 14 mil toneladas tardaron bastante en completarse y recién en 1372 Tommasso di Andrea Pisano concluyó la pieza del arte románico con un campanario.

¿Por qué la Torre de Pisa está inclinada?

Como se puede intuir la Torre de Pisa está inclina ante un problema en sus cimientos. De hecho, la edificación fue desarrollada en un terreno blando que mezclaba arena, arcilla y depósitos marinos. Incluso antes de ponerle el punto final ya se notaba la inestabilidad con los primeros pisos.

En ese sentido, y con el pasar de los siglos desde su construcción el tema de un posible colapso se volvió más común.

De hecho, en 1990 incluso se cerró al público ante el temor de un derrumbe ante una inclinación de 4,5 grados y el gobierno de la época convocó a un panel de expertos para concretar la idea de arreglar la estructura de una buena vez. Su principal encanto era, a la vez, su mayor amenaza.

¿Y por qué no se cae en la actualidad? Probablemente porque es uno de los monumentos históricos con mayor monitoreo en el planeta. Así en agosto de 2023 se definía como un lugar sumamente “estable” por la Opera della Primaziale Pisana (OPA), organismo que cuida el complejo.

Cuando la situación se agravaba en el siglo XX, incluso se removió el suelo bajo los cimientos para una leve reducción de la problemática.

Así en la la actualización más reciente se explicó que la inclinación ha disminuido unos 460 milímetros, volviendo a la situación de principios del siglo XIX.