Virtuosos de la percusión triunfaron en la Sinfónica Nacional de Chile

Entre los puntos fuertes de nuestra Orquesta Sinfónica Nacional de Chile (OSNCH) encontramos el hecho de contar, con rango de solistas, a dos de los más avezados percusionistas de la escena local, Gerardo Salazar y Juan Corderch.

Salazar ha desarrollado una vasta trayectoria divulgando la literatura musical de obras para percusiones en el ámbito de la tradición escrita, como formador, dirigiendo ensambles y como artista solitario. Por su parte, Coderch ha hecho carrera cultivando diversos géneros, como el jazz, el rock, la música hindú y la fusión.

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A lo largo de los años ambos han lucido sus dotes junto a la orquesta en obras concertantes que se ajustan a sus respectivos perfiles, pero este año se dio la bonita conjunción de tenerlos a ambos colaborando en una sola obra, la que fue el plato central del más reciente concierto de temporada en el Teatro Universidad de Chile.

La pieza en cuestión es el Concierto-Fantasía para dos timbalistas, compuesto en el año 2000 por Philip Glass. El compositor estadounidense tiene adeptos y detractores, pero sin duda que atrae a públicos transversales más allá de los habituados a las salas de concierto.

La obra es atractiva, entretenida incluso, y es llamativa la coordinación que requiere entre ambos percusionistas, quienes dan vida a un rico contrapunto en los dos sets de timbales. La orquesta, bajo la dirección de su titular Rodolfo Saglimbeni, se mantuvo ajustada y brillante, manejando con precisión los patrones rítmicos.

Un punto alto es la virtuosa Cadenza, en que los timbalistas dialogan con el resto de los percusionistas de la orquesta, mientras las otras familias

instrumentales descansan. Un tremendo triunfo de esta hazaña de Salazar y Coderch, a la vez que uno de los aciertos programáticos del año en la OSNCH.

Esa fue la segunda parte del programa. En la primera mitad, la orquesta interpretó ‘Recuerdo de Ahora’ de la joven compositora chilena Tamara Miller, quien reside en Alemania. Comprende cinco movimientos, o micropiezas, que conforman un caleidoscopio sonoro, en que destaca envolventes texturas y contrastes muy efectivos.

Tan interesante como la música misma es el concepto detrás de la partitura, especialmente en que la compositora alude a la idealización del pasado que predomina mucho en la cultural mundial actual. Esto se traduce en ciertas fugaces alusiones musicales al romanticismo decimonónico.

En el medio se escuchó la suite de ‘El Pájaro de Fuego’ de Igor Stravinsky, en la versión de 1919, una música que se ha escuchado en múltiples oportunidades por la OSNCH, y en esta lectura Saglimbeni logró momento de gran dramatismo.

La combinación de estas tres piezas ya era signo de que se trataría de uno de los conciertos más atractivos de la orquesta en su presente temporada. Y así lo fue.