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Ana Estrada, símbolo de la lucha por la eutanasia, es la primera peruana en conquistar su derecho a una muerte digna

Ana falleció a los 47 años, luego de una larga batalla por sobre su derecho a decidir sobre su vida, algo que documentó en su poesía y escritos personales, dejando un legado de coraje y resiliencia

Ana Estrada padece polio progresiva en Perú y pide la eutanasia

Ana Estrada padece polio progresiva en Perú y pide la eutanasia / ANGELA PONCE

Ana Estrada Ugarte, quien se convirtió en un símbolo de la lucha por la eutanasia en Perú, ha fallecido a los 47 años después de una larga batalla legal y pública por su derecho a una muerte digna. Desde su diagnóstico de poliomiositis a los doce años, una enfermedad crónica y degenerativa, Estrada no solo enfrentó los retos físicos, sino que también abrazó roles de activista, poeta y bloguera, inspirando a otros a través de su historia y sus escritos.

En un hito legal sin precedentes, en febrero de 2021, el Estado peruano reconoció por primera vez el derecho de una persona a optar por la eutanasia, decisión ratificada por la Corte Suprema en 2022. Sin embargo, no fue sino hasta enero de 2024 que el Seguro Social de Salud finalizó el protocolo que permitió a Estrada proceder con la eutanasia, eligiendo al profesional médico de su confianza para llevarlo a cabo.

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Estrada expresó que nunca se sintió tan dueña de su vida y cuerpo como en ese momento, subrayando la importancia de tener control sobre su propio destino incluso en sus últimos días, relata El País.

Su lucha trascendió el ámbito personal, convirtiéndose en un caso emblemático que no solo impactó a la sociedad peruana sino también al debate global sobre la eutanasia. Su caso permitió que el país vecino debatiera profundamente sobre la dignidad en la muerte, abriendo camino para futuras discusiones y legislaciones en la región.

Legado en la sociedad peruana

La vida y muerte de Ana Estrada fueron marcadas por un profundo sentido de propósito y por la lucha incansable por preservar la dignidad humana. A pesar de los críticos y los desafíos, Ana mantuvo una postura firme sobre su derecho a decidir sobre su vida, algo que documentó en su poesía y escritos personales, dejando un legado de coraje y resiliencia.

La muerte de Ana Estrada ha resonado en toda la comunidad, desde académicos y abogados hasta activistas y ciudadanos comunes, todos expresando su admiración por su valentía y su deseo de vivir y morir en sus propios términos. Su historia sigue inspirando a muchos y su lucha ha puesto de relieve la importancia de dialogar sobre temas de autonomía personal y derechos humanos en toda América Latina.

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