Uno de los puntos más importantes, de la revisión a 66 playas chilenas, es el que revela que hay 10 playas en todo Chile con erosión elevada. “Esto quiere decir que el nivel del mar está llegando más arriba de lo que llegaba antes. Es probable que ciertas playas de Chile, dada todas sus características, desaparezcan”, dice Lagos.
“Los estudios que evalúan como las playas crecen interpretan la línea de costa que se define el promedio de las subidas y bajadas de mareas. Analizando cartografía, mapas, fotografías aéreas o imágenes de satélites, la ciencia puede evaluar cómo evoluciona esa línea en función del tiempo”, explicó el académico.
Si bien, el geógrafo atribuye, en cierta medida, el problema al calentamiento global, dice que hay que “ponderar en su justa medida”, debido a que no es el único culpable. “A la zona costera, históricamente, la especie humana la considera como propia, pero evidentemente no ha existido en Chile un manejo que evalúe y que pondere de forma integrada lo importante que es el ecosistema costero”, aseguró.
“Es por eso que el tema costero necesita un rayado de cancha, normas que permitan un uso razonable de la zona costera (...) La ciencia hace rato le entregó al Congreso una propuesta de política pública para el cuidado de nuestras costas y sigue descansando todavía allí”, enfatizó y compartió una reflexión sobre el uso que dan las personas a las zonas costeras: “Para convivir con las costas y disfrutar de sus bondades tenemos que darnos espacio, hay que entender que aquí hay un sistema (...) Esto no quiere decir que seamos los talibanes de la organización costera, sino que se llama manejo integrado de la zona costera y no solo del borde costero (...) Ahí Chile sigue estando al debe”.
“El hecho que tengamos edificios sobre humedales nos revela lo poco que comprendemos de estos temas. Los humedales tienen múltiples servicios ecosistémicos, son amortiguadores de parejas, de tsunamis, reservas de agua, biodiversidad y miles de servicios más”, continuó Lagos.
El geógrafo finalizó señalando que la investigación es “una alerta roja que nos dice ‘oye por favor no podemos seguir esperando una ley de costas que raye la cancha y nos haga entender que debemos manejar de forma integrada el vivir y habitar las zonas costeras’ las leyes de ahora permiten que pasen estas cosas”.