Ya había anochecido cuando un subcomisario y dos subinspectores de la Policía de Investigaciones (PDI) habían llegado al Centro de Salud Familiar (Cesfam) Raúl Brañes, en calle Condell, en San Bernardo. Lo habían hecho a solicitud del Equipo de Crimen Organizado y Homicidios (ECOH) de la Fiscalía Nacional: rondaba entre ellos un delito de secuestro. Dentro de todo, el ambiente era el habitual: los policías civiles hacían las preguntas correspondientes al personal respectivo, los vecinos de los sectores esperaban su turno según la urgencia, y afuera el conductor de un taxi se bajaba cuando “se sintieron varios disparos”.
La cita es de otra persona que vive frente al Raúl Brañes. Agregó después que “fue lo único que sentí. Lo único que hicimos fue agacharnos, porque se sintieron casi afuera, muy cerca de la casa. No quisimos salir, por seguridad”.
21:00 horas. También lo sintió el subcomisario. Quizás por el rango fue que reaccionó como lo hizo: los disparos se habían percibido peligrosamente cerca. Corrió a Condell y vio un automóvil marca Chevrolet, modelo Sail, de color gris. Las puertas traseras estaban abiertas. Había dos sujetos armados, disparando en contra de un taxista que hacía poco había estacionado frente al recinto de salud. En el vehículo quedaban otras dos personas.
“¡Al suelo, policía!”, dijo mientras sacaba su arma.
“Un gallo venía bajando del taxi y le llegó una bala en la cara. Cerraron todo acá por los disparos”, contó a ADN otra testigo.
Los que disparaban no se lanzaron al suelo; tampoco dejaron de disparar. Más bien vieron a los subinspectores e hicieron más fuerte el ataque al tiempo que se subían al Sail gris. Y comenzó la persecución.
Los detectives volvieron al vehículo. El seguimiento fue sin disparos, pero pasaron por una parte de San Bernardo, por gran parte de La Pintana, hasta que a las 21:20 horas llegaron a Puente Alto, a un punto del pasaje Ancud, entre Sargento Menadier y Curaco de Vélez.
Los cuatro ocupantes del Chevrolet bajaron rápidamente y huyeron en direcciones opuestas. Fue entonces que se retomaron los disparos, al menos para repeler a los detectives que los seguían entre los departamentos tipo blocks del lugar. El lugar parecía familiar para los antisociales, porque los vecinos se cruzaban en el camino de los policías y les permitían esconderse.
A la víctima del taxi la atendieron con premura: el diagnóstico preliminar apuntaba a lesiones, posiblemente por perdigones, en uno de sus ojos.
El alcalde de San bernardo, Christopher White, entregó algunas luces del contexto en el que ocurrió el hecho: “A metros del Cesfam hubo un hecho delictual de esta connotación. El fiscal nos habla de una disputa territorial entre delincuentes, tanto nacionales como internacionales”.
“Se hizo un esfuerzo para poder invertir en inteligencia y perseguir a los delincuentes (...) No es suficiente el esfuerzo de Carabineros y la PDI, porque hoy se pone en riesgo la vida de funcionarios públicos que, si no están presentes en el territorio atendiendo a la gente, ¿quiénes lo van a hacer?”, desarrolló después, antes de retomar una de las ideas que ha promovido: la de aplicar la Ley de Infraestructura crítica en la capital: “Cobra más fuerza, porque necesitamos darle protección a hospitales, Cesfam y lugares donde el Estado hoy requiere presencia y seguridad, para la gente”.
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