Paolo Bortolameolli triunfó en el Municipal con la Novena de Mahler

Más de 35 años tuvieron que pasar para que una orquesta chilena volviese a interpretar la fascinante Sinfonía No.9 de Gustav Mahler. Cosa curiosa, ya que es bien sabido que el legado del compositor austriaco resuena con fuerza en las audiencias chilenas, y que además de ser música profunda, de la más alta factura creativa, agota entradas en las funciones en que se presenta.

Es por esto que las gemas sinfónicas de Mahler aparecen constantemente en nuestras orquestas, y no puede entenderse este lapso tan largo para la Novena, el cual solo fue interrumpido cuando la visitante Filarmónica de Israel junto a Zubin Mehta la presentaran en el Municipal el 2009. Y el hecho de que la Octava fuese recién estrenada en Chile en enero pasado puede entender más debido a las titánicas fuerzas musicales que hay que juntar para interpretarla.

En fin, el Municipal de Santiago cerró su ciclo de conciertos de este 2023 con la tan esperada Novena de Mahler, y en manos de Paolo Bortolameolli, quien tras diez años de debutar con la Filarmónica de Santiago, ha cosechado sendos logros internacionales, y en este viaje, el compositor austriaco ha sido pilar de su carrera. De hecho, tras este evento, solo le falta dirigir la Sexta mahleriana para completar el ciclo.

Fiel a su espíritu de querer compartir con los públicos el amor por la música, y otorgar elementos informativos a quienes no están habituados a ir a conciertos sinfónicos, Bortolameolli comenzó el concierto con una introducción de 15 minutos, explicando la obra, utilizando un piano para ejemplos musicales, lo que fue calurosamente agradecido por los presentes.

Luego la Filarmónica tomó su lugar y dieron paso a una interpretación que fue inspirada y de alto vuelo. La demandante obra relució con todos sus detalles, gracias a la labor de bien preparados intérpretes y la batuta de un director que sabe lo que quiere, y que ha estudiado a fondo todo el universo sonoro del compositor.

El Andante Comodo inicial comenzó sugiriendo una elegancia clásica y una sencilla calma, que fue dando paso a los momentos más extrovertidos en que se apreció una clara distribución de todas las voces de la orquesta. Fue cautivante el total lucimiento que logró Bortolameolli en los distintos planos sonoros que se van sucediendo sin parar, sin que la extensión de este fragmento decayera en un solo momento.

Una fascinante vitalidad rítmica inundó el segundo movimiento (Im Tempo eines gemächlichen Ländlers), con un buen aprovechamiento de las cuerdas. Los tempestuosos cambios arremetieron con una fuerza controlada, dilucidando de manera patente sus distintos puntos climáticos.

El Rondo-Burleske se benefició por el buen pie en que se encuentran los bronces filarmónicos, y su entonación limpia permitió dejar ver en claridad su material temático. Las acentuaciones impresas por Bortolameolli a este movimiento subrayaron su carácter sarcástico.

El Adagio final es un punto culminante, no solo de esta obra, sino también de la carrera de Mahler. Este amplio movimiento resultó francamente glorioso. La coda, marcada “adagissimo” se fue desenvolviendo con un aura etérea, para finalmente disolverse lentamente, hasta llegar a un silencio, el cual debe ser prolongado por el director lo más posible.

Tras eso, una larguísima ovación recibieron Bortolameolli y la orquesta, en un punto culminante del año, no solo para el Municipal, sino que podríamos decir de toda la oferta musical clásica de este 2023. Qué inspiradora manera de terminar la cartelera musical.