En otro capítulo de Tu Nuevo ADN, Andrea Obaid conversó con Magdalena Gil, profesora de la Escuela de Gobierno UC, sobre las olas de calor que se pronostican para nuestro país y qué tan bien preparado estamos para enfrentarnos a esta situación.
La temporada de primavera finalmente agarró fuerza, recordándonos que estamos cada vez más cerca del verano. El sol y las altas temperaturas ya son cada vez más frecuentes e intensas, lo que enciende algunas alarmas conforme a la amenaza que esto puede significar.
Frente a esto, desde la unidad académica interdisciplinaria realizaron un estudio que plantea el escenario a futuro y analiza la gestión de riesgo efectivo para combatir los peligros de este hecho.
Así, lo primero que dejó en claro la invitada es que “las proyecciones a largo plazo son bastante claras, vamos a tener veranos cada vez más calurosos en promedio (...) cada vez van a haber más días en los que superemos los 33º”.
Considerando esto, y analizando las formas en que se puede hacer frente, destacó que “en la región Metropolitana hay un piloto de protocolo de la gobernación. Es un protocolo comunicacional, no un protocolo estricto porque no obliga a nadie a nada”.
“Lo que hace es dar alertas y alarmas de acuerdo a las temperaturas”, detalló la especialista, reconociendo que “es un gran paso” en esta materia, aunque aún no es suficiente. Lo fundamental es que le “permite al sistema estar en alerta”.
Una amenaza ante la cual se debe reaccionar
Con miras al futuro, y entendiendo que las olas de calor ya generan distintas problemáticas, Gil enfatizó en que los planes de reacción son “gestionables”, aunque frente a “la amenaza en sí misma, no hay nada que podamos hacer en el corto plazo”.
“Esto es consecuencia de décadas de emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera " y a pesar de que como Chile “somos poco relevantes a la causa del problema, somos un país que está sufriendo altamente los impactos”
Teniendo en cuenta este escenario, la también investigadora del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), sostiene que “lo que podemos gestionar es nuestra exposición, qué tan vulnerables somos y nuestra capacidad de respuesta”.
Soluciones y propuestas
Profundizando aún más en la planificación y gestión de respuesta ante los riesgos que representan las altas temperaturas, Magdalena Gil abordó la forma de trabajo y plazos que se deben contemplar en ciudades como Santiago, específicamente dentro de la región Metropolitana.
“Hacemos la separación del corto plazo; tenemos que hacer algo para este enero -2024- que es el peor mes en Santiago históricamente. Pero también tenemos que pensar en cómo adaptar la ciudad en el largo plazo”, mencionó.
Bajo esta arista, hizo hincapié en que “las áreas verdes son fundamentales (...) requiere que nos demos cuenta del enorme servicio ecosistémico que nos dan los árboles”.
Sin embargo, la profesora reflexiona sobre la forma negativa en que se han ido moldeando y remodelando las ciudades. “Lo que hemos hecho, desde el año 2000 hasta ahora, es más bien desnudar la ciudad de arbolados”.
En búsqueda de un modelo preventivo
Hasta el día de hoy, el actuar “en todas las ciudades ha sido reactivo”, pero la idea es que teniendo en cuenta los antecedentes y conocimiento de lo que ha pasado últimamente con las altas temperaturas, “podamos evitar que el protocolo venga después de un año horrible”.
De manera concreta, se apela a no ser un país reactivo frente a este tipo de amenazas, pero “todavía falta harto que avanzar en coordinar distintas instituciones” para trabajar de la mejor manera posible en esta línea.
Todo esto, y más es explicado y analizado profundamente en el estudio publicado por la Escuela de Gobierno UC que llega en un momento clave del año.
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