The Cure en Chile: así fue la nostálgica noche en que la banda volvió a sonar en Santiago

La vuelta de The Cure a Chile tardó más de lo esperado. Su última vez en territorio nacional fue en el año 2013 y les tomó una década sonar nuevamente en vivo en estas coordenadas. Durante la noche del jueves, y con algo así como diez minutos de retraso, la banda deleitó.

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Ese inconveniente inicial propio de un problema técnico, y que incluso hizo que el puntapié musical partiera sin las enormes pantallas prendidas, no fue impedimento para encumbrar la jornada. Frente 42 mil espectadores, el concierto finiquitó la promesa previa de ser uno de los platos fuertes de lo que aún resta del segundo semestre.

Con la tradicional vestimenta negra Robert Smith y compañía salieron a escena desatando la algarabía de un Estadio Monumental abarrotado de cara a la fecha más reciente de Shows of a Lost World. Un tour que también tuvo paradas en sitios como Ciudad de México, Lima, Buenos Aires y Montevideo.

El mismo frontman británico también planteó un guiño a aquellos ojos atentos a los detalles. En paralelo al cabello alborotado y al maquillaje abundante, en la instancia vistió una polera con una mariposa que en su diseño central tenía la bandera chilena.

Aquel vínculo fue más allá cuando el grupo entregó lo mejor de su repertorio al público deseoso. Desde una apertura con Alone -pista relativamente nueva-, hasta un repaso por Pictures of you o Friday I’m in love, canciones infaltables a la hora de hablar de los Cure y su repertorio.

Una serie de elementos que complementaron una noche nostálgica donde el líder lanzó un par de saludos con las manos más allá del escenario y se paseó en un par de ocasiones de lado a lado para acotar la distancia con los seguidores más fieles.

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Quizás parte de lo más relevante se vivió en el tramo final, que incluyó Boys don’t cry, básicamente el punto fuerte con un cierre que quiso rozar la medianoche. Ya en retirada, un Smith solitario sobre la escena agradecía a los que se congregaron en Macul.

Claro que ahí también lanzó lo que sería la promesa más relevante, “los veré otra vez”. Una idea de reencuentro que supone algo más: la leyenda de 64 años por ahora se aleja, al igual que otros emblemas, de la idea del retiro.